martes, 7 de enero de 2014

La mala costumbre

Foto: thecelebrationcaterers.com
Durante estas vacaciones reiteré mi gusto por la comida de verdad. Por segunda vez visité un resort donde todo lo que comes y bebes esta incluido. La oferta de un buffet lleno de coloridos y bastos platillos me hizo pensar que rompería por algunos días con mis acostumbrados hábitos de alimentación y -tristemente- por más que lo intenté, no lo logré.

Toda la comida expuesta (incluso la fruta) me sabía fake y seguramente porque así es. Para minimizar costos algunos servicios de alimentos utilizan ingredientes que alteran el volumen y el sabor de la comida lo que disminuye su calidad; aunado a que la mayoría de los platos son grasos, esto con el fin de mantenerte “lleno” por más tiempo.

Mi diablo interno intentaba alejar los conocimientos de nutrición para poder deleitar del atractivo buffet como el resto de la gente, pero ese intento resultaba inútil cuando además de que la comida que servían no me gustaba, después de comer me sentía hinchada, mal humorada, con flojera y dolor de estómago.

Mientras soportaba un mal de puerco me pregunté ¿por qué a la mayoría de la gente le sabe bien ese tipo de comida? La respuesta es sencilla y no tiene mayor ciencia, se trata de hábitos y costumbres los cuales resulta difícil -aunque  no imposible- cambiar. Hoy en día estamos mayormente expuestos a consumir alimentos “paquete” llenos de sodio, azúcar y grasas saturadas por lo que a nuestro paladar cada vez le gusta menos lo natural e incluso dejamos de percibir algunos sabores.

Modificar hábitos alimenticios es difícil pero no imposible, comienza por hacer pequeños cambios, por ejemplo, en lugar de decir “ya no voy a tomar refresco” inicia sustituyendo un vaso de refresco por uno de agua al día, así el cambio será real y poco a poco acostumbrarás al paladar.  Pequeños cambios, grandes diferencias.
 
Somos lo que comemos vs. lo que gastamos

jueves, 2 de enero de 2014

¿Limpiando culpas? Dietas Detox

Foto: @MarthaSosa
Llega enero y junto con el un titipuchal de culpa por todo lo que consumimos durante las vacaciones. En la actualidad estamos acostumbrados a obtener de manera inmediata todo lo que deseamos, y como en estos momentos deseamos volver a nuestros jeans, optamos por opciones rápidas y “sencillas”.

Comencemos por aclarar que no estoy en contra de las dietas “detox” pero como cualquier régimen, éste debe ser vigilado y personalizado. Los programas “detox” o de desintoxicación son tan variados que no podemos generalizar, si bien existen algunos con el fin de reducir una toxina en específico, existen otros que tienen como objetivo comenzar un régimen de pérdida de peso.

Entre las dietas más populares está la de los famosos jugos. La fruta provee de energía a nuestro cuerpo a través de fructuosa la cual se absorbe en nuestro organismo rápidamente por lo que a la media hora que tomas un jugo comienza el bajón, así el dolor de cabeza y los mareos no se hacen esperar.

Entendamos que nuestro cuerpo es una máquina imparable y si o si va a obtener la energía necesaria para funcionar correctamente, por lo tanto al castigarlo (reduciendo su ingesta calórica) obtendrá la energía necesaria a través de la reserva (hígado, tejido graso y muscular), pero no te emociones porque para oxidar lípidos (grasa) necesita glucosa y como tu dieta provee muy poca, el organismo la obtiene a través de la descomposición del músculo. Supón que en lugar de utilizar leña barata, quemas tu hermoso comedor de caoba para obtener calor. Por otro lado tu cerebro está muy enojado ya que los jugos no proveen aminoácidos básicos para mantenerte de buen humor.

Limpia culpas saludablemente:
  • Reduce porciones
  • Limita la ingesta de polvos blancos, es decir el azúcar, la sal y las harinas refinadas (pan, pastel, galletas, tortillas de harina)
  • Evita lácteos
  • Olvídate de las gaseosas y las bebidas alcohólicas
  • Bebe al menos 2.5 L de agua natural
  • No dejes pasar más de 4 horas son comer
  • Incrementa la actividad física
Confieso que durante estas vacaciones tuve “algunos” excesos por lo que decidí diseñar mi propia dieta la cual se basa en jugos verdes por la mañana, frutas de temporada, verduras de hoja verde, salvado de trigo natural, avena, maíz, chía, almendras, frijoles (de la olla) y pescado. No harinas refinadas, no azúcares, no lácteos, no alcohol. 

Recuerda que cualquier plan de alimentación debe estar diseñado de acuerdo a requerimientos, características y gustos personales.

Somos lo que comemos vs. lo que gastamos